Ruta histórica por Aragón: tras las huellas de la Corona
Castillos, monasterios y arte mudéjar en un itinerario por el patrimonio aragonés
De los antiguos condados pirenaicos a las ciudades amuralladas del sur, la Ruta de la Corona de Aragón ofrece un viaje que entrelaza patrimonio monumental, paisajes de alta montaña y vestigios de un reino medieval que marcó la historia peninsular. Este itinerario permite descubrir monasterios románicos, fortalezas templarias, centros episcopales y enclaves naturales protegidos que todavía hoy conservan la esencia de una época fundacional para Aragón y para Europa. El recorrido comienza en el norte, en escenarios como el Monasterio de Obarra, situado en un valle del río Isábena, y la Catedral de Roda de Isábena, que aún conserva una cripta y piezas excepcionales del románico, como la silla de San Ramón. Muy cerca, la Torre de Abizanda, mandada construir por Sancho III el Mayor en el siglo XI, revela la función defensiva y residencial de la arquitectura militar altomedieval y da testimonio de la consolidación del poder cristiano. El itinerario se adentra en paisajes de gran valor natural como el Parque Natural Posets-Maladeta, donde se encuentran el Pico Aneto y los últimos glaciares del Pirineo aragonés, así como el Forau de Aiguallut, un fenómeno hidrogeológico visible desde una ruta accesible en los Llanos del Hospital. En Jaca, que fue la primera capital del reino, se localiza una de las grandes catedrales del románico peninsular, junto al Museo Diocesano y el Monasterio de las Benedictinas, que alberga el sarcófago de Doña Sancha.

En la Hoya de Huesca destaca el Monasterio de San Juan de la Peña, símbolo dinástico por acoger el primer panteón real aragonés y por conservar vestigios del paso del Santo Grial. En Huesca capital, el Monasterio de San Pedro el Viejo y la catedral permiten observar la evolución del arte sacro local. Lugares como Barbastro, Monzón y el Monasterio de Sigena vinculan el territorio con la expansión cristiana y el poder de la nobleza. La ruta atraviesa también núcleos urbanos como Zaragoza y Alcañiz, donde la arquitectura mudéjar y vestigios islámicos dialogan con construcciones cristianas como La Seo o la excolegiata de Santa María la Mayor. En Calatayud, Daroca y los municipios del entorno de la Sierra de Armantes, el arte mudéjar alcanza expresiones destacadas en iglesias, juderías y murallas.

La Reserva Natural de la Laguna de Gallocanta, uno de los ecosistemas más singulares de Europa, y Teruel, con su catedral, sus aljibes medievales y torres mudéjares declaradas Patrimonio Mundial, cierran una ruta que sintetiza historia, paisaje y patrimonio en clave aragonesa.