Navarra se tiñe de otoño: micología, senderos y experiencias únicas
La estación despliega colores, rutas y experiencias que combinan cultura, gastronomía y paisaje
Navarra es un destino privilegiado para vivir el otoño en toda su intensidad. Sus bosques de hayas y robles, los senderos que conducen a cascadas y embalses, la riqueza micológica y una gastronomía marcada por productos de temporada se combinan con rutas en bicicleta y propuestas enológicas. Una selección de iniciativas que invitan a recorrer la comunidad con los cinco sentidos y descubrir cómo la estación transforma su paisaje y su mesa. El otoño en Navarra tiene como grandes protagonistas a sus bosques. La Selva de Irati, el segundo hayedo-abetal más extenso de Europa, despliega una red de senderos que conducen a bellas cascadas y embalses. Otros enclaves como Urbasa-Andía, Bertiz o Belagua ofrecen caminos entre hayedos, mientras que lugares como el bosque de Orgi o los robles monumentales de Etxarri Aranatz permiten pasear bajo la sombra de árboles centenarios y milenarios. Las rutas otoñales se enriquecen con el protagonismo del agua. El nacedero del Urederra, con sus pozas turquesa, la cascada de Xorroxin en Valle de Baztan o los embalses de Leurtza son algunos ejemplos donde la naturaleza muestra su cara más escénica. También en el Valle de Roncal las cascadas marcan el final de paseos que combinan bosque y agua.

El cambio de estación también se aprecia en la mesa navarra. Los pimientos del piquillo de Lodosa, los hongos recién recolectados o las verduras de invierno marcan la temporada. Platos como las pochas de Sangüesa, las migas de Ujué o las carnes de caza acompañan menús que se completan con vinos de la Ruta del Vino de Navarra, que durante estos meses organiza propuestas enológicas para todo tipo de viajeros.

La época otoñal ofrece, además, una oportunidad perfecta para recorrer Navarra en bicicleta. Las Vías Verdes atraviesan paisajes de viñedos, bosques y foces, mientras que los espacios BTT de la región reúnen miles de kilómetros de rutas de diferente dificultad. Quienes buscan un plan más pausado encuentran en los parques micológicos de Ultzama y Erro-Roncesvalles la posibilidad de recoger setas de manera regulada y descubrir la riqueza de sus hayedos y robledales.
