Rincones secretos para descubrir la Cantabria menos transitada

Naturaleza, historia y silencio se combinan en cinco destinos únicos del norte peninsular

Entre montañas, cuevas y valles, Cantabria esconde lugares que permanecen al margen del turismo masivo, donde la naturaleza se muestra en su estado más puro. Desde recorridos que atraviesan hayedos infinitos hasta templos insólitos pasando por playas que parecen detenidas en el tiempo, la región cántabra invita a descubrir una versión más íntima y auténtica de sí misma: un viaje pausado entre paisajes secretos, tradiciones y silencio. Quienes se adentran en la Cueva de El Soplao comprenden por qué la llaman la Capilla Sixtina de la geología. Situada entre Valdáliga y Rionansa, sorprende por sus formaciones excéntricas, galerías cristalinas y su atmósfera subterránea. Más allá de la visita turística, existe una ruta de aventura que permite avanzar con casco y frontal por zonas no acondicionadas, para vivir una experiencia tan intensa como inolvidable.

El Soplao es un término minero alusivo al aire que se percibe al calar una galería desde otra con menos oxígeno. Actualmente, el 100% del recorrido se puede realizar en silla de ruedas
El Soplao es un término minero alusivo al aire que se percibe al calar una galería desde otra con menos oxígeno. Actualmente, el 100% del recorrido se puede realizar en silla de ruedas © elsoplao.es

A poca distancia, aunque en un entorno distinto, se encuentra la Ermita de San Román de Moroso, en Bostronizo (municipio de Arenas de Iguña), uno de los templos prerrománicos mejor conservados del norte peninsular. Escondida entre robles y rodeada de leyendas, su ubicación parece elegida para el recogimiento. El visitante que llega hasta allí descubre no solo una joya arquitectónica del siglo X, sino también un refugio espiritual en medio del bosque. En el corazón de los Valles Pasiegos, Alto del Caracol ofrece una de las vistas panorámicas más sobrecogedoras de Cantabria. La carretera va ascendiendo entre praderas y cabañas tradicionales hasta alcanzar un punto desde el que el paisaje se abre en una sucesión de valles infinitos. Los pasiegos, herederos de una vida ligada al ganado y la montaña, conservan aquí un modo de existencia que resume la identidad más genuina de la región. La costa también guarda secretos. En occidente, la Playa de Berellín, próxima a Prellezo (en el municipio de Val de San Vicente), se oculta entre acantilados y formaciones rocosas que, con la marea baja, conforman una laguna natural de aguas turquesas. Más al este, la Playa de Antuerta, junto a Ajo (municipio de Bareyo), mantiene su carácter salvaje, sin servicios ni aglomeraciones, mientras que Oyambre combina dunas, praderas y mar abierto en un entorno protegido de belleza serena.

La playa de Berellín, situada en la costa occidental, destaca por su gran belleza natural y sus formaciones kársticas
La playa de Berellín, situada en la costa occidental, destaca por su gran belleza natural y sus formaciones kársticas © Shutterstock

Para quienes buscan perderse en el interior, el Parque Natural Saja-Besaya es un pulmón verde que ocupa buena parte del corazón de Cantabria. Sus hayedos, entre los más extensos del norte, albergan fauna como corzos y lobos, y ofrecen senderos bien señalizados, como el del Pozo de la Arbencia. Es un espacio ideal para caminar sin prisa, escuchar el bosque y comprender por qué Cantabria sigue siendo sinónimo de naturaleza viva. Ubicación Cantabria se localiza en el norte de España, entre el mar Cantábrico, Asturias, Castilla y León y el País Vasco. Está comunicada por las autovías A-8 y A-67, dispone del Aeropuerto Seve Ballesteros-Santander y del puerto de Santander, y cuenta con conexiones ferroviarias de Renfe hacia Madrid, Bilbao y Oviedo.